Su boca tiritaba en medio de un sollozo interminable, el dolor venía desde lo más profundo de su ser.
Seguramente has leído sobre propuestas de matrimonio de ensueño; emotivas, algunas muy privadas, otras algo excéntricas. Se sabe que los anillos tienen una connotación de compromiso y fidelidad; este ritual cargado de simbolismos nos recuerda que se entregan argollas de matrimonio porque se representa el amor eterno. Bueno, pues nuestro país no sólo fue testigo, sino el protagonista de la que se conoce como la propuesta de matrimonio más romántica de todos los tiempos.
Amor, ilusiones, sueños y fracasos quedaron reducidos a un polvo gris claro, residuo del efecto de la combustión completa. Mientras se consumía el oxígeno disponible para los que intentaban huir asustados, toda una ciudad vio el cielo pintarse de negro, el Sol se oscureció, la Luna no mostraba su resplandor y las estrellas se desdibujaron.
Durante años se ha repetido que el futuro está en la educación, pero ¿estamos preparados para enseñar a pensar? Se ha confundido memorizar con comprender, y parece que la enseñanza de la ciencia depende más de los cambios sexenales que de una visión pedagógica profunda. Hemos dejado pasar generaciones enteras sin una buena formación crítica, sin contacto con el asombro científico y sin herramientas suficientes para entender los fenómenos que moldean su vida cotidiana: desde el cambio climático hasta la salud, desde la energía hasta la tecnología y la innovación.
Desde sus primeros años, Beatriz Xoconostle Cázares supo que su pasión por la ciencia la llevaría a desafiar límites y superar barreras.
Fraude! Gritaban con enojo los candidatos de la oposición Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Rosario Ibarra marchando con los brazos entrelazados hacia la Secretaría Gobernación, la noche del 6 de julio de 1988, junto a cientos de personas que exigían que no se concretara lo que consideraron como la más grande estafa electoral en la historia de nuestro país.
Churintzio, un pequeño municipio de Michoacán con poco más de cinco mil habitantes, fue el lugar donde Patricia Soria Venegas comenzó a soñar. Siendo adolescente, su mirada atravesaba los cristales polvorientos de un laboratorio abandonado en su secundaria, imaginando lo que podría lograrse si ese espacio volviera a la vida.
En México, todo enfermo que se encuentre al término de la vida debería tener acceso a los medicamentos que hagan más llevadero ese final. Es un problema de salud pública.
En el corazón de Mesoamérica, el Istmo de Tehuantepec es un puente natural que, desde hace miles de años, ha conectado no solo territorios, sino también culturas, ecosistemas y especies.
México, país vibrante y lleno de contrastes, se enfrenta a una paradoja: en sus laboratorios, los científicos tejen sueños de cambio, innovación y soluciones que puedan responder a las profundas heridas que la sociedad padece. Sin embargo, batallan con presupuestos menguantes, y múltiples desafíos.
“Mi familia paterna proviene de San Vicente Coyotepec, en el estado de Puebla, y mis abuelos se dedicaban al campo. Cuando las cosas se pusieron difíciles, migraron a la capital, donde se encontraron con dificultades pero supieron salir adelante. Siempre me inculcaron el trabajo honesto y el hacer lo mejor posible en cualquier tarea que desempeñara”.
La ciencia mexicana está ávida de que, cada vez, más mujeres se sumen para derribar cualquier estereotipo que se interponga en el camino.
Los plásticos, derivados en su mayoría del petróleo, se han convertido en materiales indispensables por su versatilidad y bajo costo. Desafortunadamente, los envases y empaques de un solo uso han fomentado una cultura de desecho masivo. En México, cada habitante descarta unas 200 botellas de PET al año, lo que refleja la magnitud del problema.
Churintzio, un pequeño municipio de Michoacán con poco más de cinco mil habitantes, fue el lugar donde Patricia Soria Venegas comenzó a soñar. Siendo adolescente, su mirada atravesaba los cristales polvorientos de un laboratorio abandonado en su secundaria, imaginando lo que podría lograrse si ese espacio volviera a la vida.
Desde sus primeros años, Beatriz Xoconostle Cázares supo que su pasión por la ciencia la llevaría a desafiar límites y superar barreras.
calendar_month 02 de octubre de 2025