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Cuidar lo que no se ve: la salud oral en la vejez

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Publicación: calendar_month 31 de agosto de 2025

En México, el envejecimiento poblacional representa uno de los grandes desafíos para el sistema de salud. A medida que aumentan los años de vida, también lo hacen las necesidades médicas y sociales de la población mayor. Es indispensable garantizar que las prestaciones y servicios de salud evolucionen para atender adecuadamente a este grupo en crecimiento, incluyendo un aspecto frecuentemente relegado: la salud oral.

Aunque suele considerarse secundaria, la salud bucal tiene una repercusión directa sobre la nutrición, la comunicación, la autoestima y, en consecuencia, sobre la calidad de vida. Los problemas orales no aparecen súbitamente en la vejez; en muchos casos, son el resultado de un cuidado deficiente desde edades tempranas que se agrava con el tiempo. Entre los más comunes se encuentran la pérdida de dientes, el edentulismo

(ausencia total de piezas dentales), la enfermedad periodontal, las caries, los daños en la mucosa bucal, el uso de prótesis no funcionales, la disminución del flujo salival y los trastornos de la masticación.

La salud bucal está estrechamente ligada al bienestar general, especialmente en personas mayores.

Los datos son reveladores: el 17.2 % de los adultos entre 60 y 64 años en México presenta edentulismo, cifra que se incrementa hasta el 50.5 % a partir de los 85 años. Esta condición afecta no solo la capacidad para masticar alimentos ricos en proteínas o fibras, sino también la fonación y, por ende, la comunicación. Además, influye en la autoestima y puede derivar en un deterioro del estado nutricional y funcional de la persona mayor.

A pesar de su relevancia, el conocimiento sobre la salud bucal en personas mayores es limitado. Las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, por ejemplo, no incluyen información sistemática al respecto, a pesar de la creciente evidencia que vincula las enfermedades bucodentales con padecimientos sistémicos como endocarditis, enfermedad coronaria, infarto cerebral, hipertensión, diabetes, enfermedades respiratorias y osteoporosis, así como con bajo peso al nacer, nacimientos prematuros y ciertos tipos de cáncer. La última gran referencia en este ámbito es la Encuesta Nacional de Caries y Fluorosis Dental 1996–2000, que se enfocó exclusivamente en niños. Urge, por tanto, generar datos actualizados sobre el estado de la salud oral en personas mayores para diseñar políticas públicas que respondan a sus necesidades reales.

En cuanto al autocuidado, una buena higiene oral puede hacer una gran diferencia. La rutina recomendada incluye cepillarse los dientes al menos dos veces al día (por la mañana, después del desayuno, y antes de dormir), utilizando pasta dental con flúor. Se sugiere cepillar los dientes superiores de arriba hacia abajo y los inferiores de abajo hacia arriba; las muelas, con movimientos circulares. También se deben cepillar suavemente las encías y el paladar con un cepillo de cerdas suaves y puntas redondeadas. Complementar con hilo dental, cepillos interdentales o irrigadores mejora la limpieza entre dientes.

Las personas mayores que utilizan prótesis dentales deben seguir cuidados específicos: lavarlas cuidadosamente con agua y jabón después de cada comida, usando un cepillo adecuado (sin necesidad de pasta dental); retirarlas antes de dormir y conservarlas en un vaso con agua para evitar que se resequen. Asimismo, deben cepillarse las encías y el paladar por la mañana y por la noche. Si aún conservan dientes naturales, también deben cepillarlos con pasta fluorada. Las visitas regulares al dentista para revisar el estado de las prótesis y la salud de las encías son igualmente fundamentales.

La salud oral incide en la nutrición, el habla, la autoestima y el riesgo de enfermedades sistémicas.

Otro aspecto importante, y a menudo ignorado, es el papel de la saliva. Este fluido no solo lubrica la boca y ayuda a la digestión, sino que protege los tejidos orales y previene infecciones. Sin embargo, con la edad, la producción salival tiende a disminuir, un fenómeno conocido como xerostomía o sequedad bucal. Esta condición puede intensificarse por el consumo de ciertos medicamentos o enfermedades crónicas.

Para combatir la sequedad bucal, se recomienda beber agua frecuentemente y evitar bebidas azucaradas, con cafeína o alcohol. Masticar goma sin azúcar puede estimular el flujo salival. En casos más severos, existen productos conocidos como sustitutos salivales que ayudan a mantener la boca húmeda y a mejorar la calidad de vida.

Adoptar hábitos saludables es clave para prevenir o reducir el impacto de los problemas bucales. Seguir una alimentación equilibrada, evitar el tabaco, restringir el consumo de alcohol y azúcares, y mantener una rutina constante de higiene oral, son medidas que favorecen la salud general y el bienestar de las personas mayores.

En definitiva, la salud bucal debe entenderse como parte integral del envejecimiento saludable. Invertir en prevención, atención odontológica y educación en salud oral no solo mejora la calidad de vida, sino que también puede reducir la carga para el sistema de salud en su conjunto. Cuidar la boca en la vejez no es un lujo: es un derecho, y una vía tangible para preservar la autonomía, la dignidad y la conexión con los demás. 

Bibliografía

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