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Ventana terapéutica: la oportunidad de sanar

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Publicación: calendar_month 31 de agosto de 2025

El sistema nervioso es la red de comunicación más compleja del cuerpo humano. Gracias a él pensamos, sentimos, recordamos, nos movemos y reaccionamos a lo que ocurre a nuestro alrededor.

Está compuesto por el sistema nervioso central —cerebro y médula espinal— y por el sistema nervioso periférico, que funciona como un entramado de “cables biológicos” que conecta todo el cuerpo con ese centro de mando. Mientras el primero procesa la información, el segundo se encarga de transmitirla: le dice a los músculos que se muevan, a la piel que perciba frío o calor y a los órganos que trabajen en sincronía.

Cuando un nervio periférico se lesiona, las consecuencias pueden ser graves. Se pierde sensibilidad, aparece un dolor intenso conocido como neuropático o se paralizan grupos musculares. Durante mucho tiempo se pensó que poco podía hacerse más allá de la rehabilitación, pero en los últimos treinta años esta visión ha cambiado radicalmente. Los avances en el conocimiento de la anatomía nerviosa —que hoy se estudia con mapas internos detallados— junto con el desarrollo de instrumental microquirúrgico de precisión, han transformado la manera en que se abordan estas lesiones.

Uno de los conceptos clave que ha revolucionado este campo es la llamada ventana terapéutica: el límite de tiempo en el que una lesión de nervio tiene opción de repararse. Antes predominaba la actitud de “esperar y ver qué ocurre”, pero hoy se sabe que esa espera puede costarle al paciente la posibilidad de recuperación. El doctor Reynoso Campos nos que reconocer a tiempo esta ventana permite derivar al paciente al especialista adecuado y ofrecerle la oportunidad de sanar. Retrasar la atención por desconocimiento, en cambio, reduce o incluso anula las probabilidades de éxito.

Los avances quirúrgicos recientes incluyen técnicas como las transferencias nerviosas, en las que fibras de un nervio sano y prescindible se redirigen hacia otro lesionado para devolver función sensitiva o motora. Estos procedimientos han mejorado los resultados y acortado los tiempos de recuperación. Aun así, persiste un problema: en muchas instituciones básicas de salud, las lesiones nerviosas todavía se envían directamente a rehabilitación, un proceso que suele agotar la ventana terapéutica y condenar al paciente a secuelas permanentes.

El impacto de estas lesiones no es menor. En México, por ejemplo, se estima que cuatro de cada mil recién nacidos vivos sufren una lesión del plexo braquial, y alrededor del 30% de ellos quedan con un déficit importante que afectará su vida. Lo más preocupante, señala Reynoso, es que muchos de estos casos podrían resolverse con cirugía en los primeros meses de vida, pero la mayoría de los profesionales involucrados en la atención primaria lo desconoce.

Ante este panorama, el Doctor subraya que no se trata de que cada médico sea experto en cirugía de nervio periférico, sino de que sepa reconocer cuándo actuar y cuándo referir al paciente. Para ello es indispensable que en la formación universitaria se enseñe qué es el sistema nervioso periférico, para qué sirve y cómo identificar sus lesiones. “Explicar estas razones desde la carrera es fundamental para cambiar la manera en que se atienden estas patologías”, insiste.

En su experiencia, el doctor Reynoso ha visto cómo la falta de información repercute directamente en los pacientes: personas con lesiones motoras enviadas únicamente a rehabilitación, o con dolores neuropáticos tratados de forma excesivamente farmacológica cuando la causa podía resolverse quirúrgicamente. Un ejemplo particularmente revelador lo ilustra con claridad. Relata el caso de un hombre que vivió más de dos décadas con dolor incapacitante en un pie. Había sido operado cinco veces y sometido a tratamientos agresivos, pero lo que realmente padecía era un neuroma —una pequeña tumoración en el nervio— que se retiró en una cirugía sencilla. El dolor desapareció, aunque los años de sufrimiento dejaron una huella irreversible en su sistema nervioso.

Para Reynoso, la atención de las lesiones nerviosas no depende únicamente de la técnica quirúrgica. Señala que el buen médico debe cultivar actitudes que son tan importantes como el conocimiento científico. 

“Además del razonamiento clínico —comenta— están la capacidad de dudar, la disposición a aprender. El ego no es nuestro amigo”, resume con contundencia.

El doctor Reynoso Campos ofrece la lección más importante que desea transmitir a estudiantes y colegas: toda lesión nerviosa tiene una ventana terapéutica que no dura para siempre. Pasado un año, las conexiones entre nervios y músculos —las placas motoras— dejan de ser funcionales y ya no es posible restaurar el tejido. Del mismo modo, el dolor neuropático no debe tratarse solo con fármacos; en muchos casos, retirar la causa quirúrgicamente es la solución más eficaz.

La cirugía de nervio periférico, representa una herramienta capaz de devolver no solo la función perdida, sino también la calidad de vida. Pero para que su potencial se cumpla, es necesario un cambio cultural en la manera en que los médicos y las instituciones conciben estas lesiones: reconocer que los nervios también tienen su tiempo y que dejar pasar esa oportunidad significa condenar al paciente a vivir con secuelas que pudieron haberse evitado.

 

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