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La boda de la lagarta, tradición de los chontales de la costa de Oaxaca

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Publicación: calendar_month 6 de octubre de 2025

Cada año, a finales de junio, entre los chontales de la costa de Oaxaca, en San Pedro Huamelula, tiene lugar un ritual que recientemente ha llamado la atención de un gran público: la boda de una lagarta con el presidente municipal. Se celebra en el marco de las fiestas en honor a San Pedro Apóstol, el patrono del pueblo.

La festividad dura ocho días en total (del 23 al 30 de junio), en los que se representa una historia —con elementos de teatralidad— que se desarrolla en las calles principales del pueblo. Participan seis grupos de actores: los turcos o pichilingues, los cristianos, los negritos, los mareños (con la lagarta), los caballeros y las mulyiatas (danzantes muxes), más un grupo de músicos con dos tambores y una flauta. Según el relato, un ejército de turcos musulmanes, que ha llegado en un barco desde el puerto de Trebisonda (que sí existe en Turquía) con su rey Mahoma, invade el pueblo de Huamelula, donde se enfrentan en primer lugar a los negritos, aliados de los cristianos.

Desde el día 27, la lagarta (llamada así, aunque a veces es un caimán) queda a resguardo de los padrinos en su casa. Allí instalan una pileta donde pasará los tres días restantes de la fiesta, antes de devolverla a alguno de los criaderos de donde fue prestada, pues esta especie prácticamente ha desaparecido de estos lugares a causa de la sequía. Los padrinos también son los encargados de confeccionar su vestido de novia, llevarla a su bautizo y entregarla a los brazos de su desposado, el presidente municipal, el último día de la fiesta.

La festividad dura ocho días, en los que se representa una historia en las calles del pueblo.

A partir del día 28 salen a escena los otros grupos de actores: las mulyiatas (danzantes muxes), los caballeros (un grupo de jinetes) y los mareños (ikoots de San Mateo del Mar, pero representados por gente local). Estos grupos recorren la población visitando las casas para ofrecer la alegría y diversión de sus actuaciones.

El día 28, los mareños con la lagarta se reúnen en la entrada de la población, simulando su llegada a estas tierras. Allí celebran una breve ceremonia de bienvenida con las autoridades municipales, los padrinos, la banda de música regional y el público asistente. Esta comitiva se dirige primero al templo de San Pedro, donde hacen una reverencia al santo patrono y le piden que interceda para que la fiesta se desarrolle en paz, que reine la armonía en el pueblo, que haya suficientes lluvias y buenas cosechas. Después visitan algunas casas, llevando consigo a la lagarta, a la que presentan como la “niña princesa”, e instan al público a que baile con ella. Se acompañan de un grupo de “músicos” que, con instrumentos improvisados, ejecutan sones bailables de la región.

El grupo de los mareños, en especial, es importante porque ellos se identifican como ikoots de San Mateo del Mar, con quienes los chontales de Oaxaca tienen muchas similitudes culturales e históricas. Comparten mitos como el de la serpiente de agua, que resguarda los manantiales y atrae la lluvia; el cumplimiento a la madre tierra para pedir la lluvia, y la pelea entre el rayo y el trueno, que se representa en sus danzas. En Huamelula también se cuenta una leyenda que narra un enfrentamiento entre los brujos de San Mateo del Mar y los de Huamelula.

La lagarta es presentada como la “niña princesa”, e instan al público a que baile con ella.

En cuanto a esta tradición, hay otro aspecto más práctico en torno a la lagarta que nos remite a las alianzas que se pactaban mediante el matrimonio entre los caciques en la época prehispánica: los mareños intentan apoderarse de las tierras de Huamelula uniendo en un matrimonio estratégico a la niña princesa con la autoridad del pueblo.

En el alegato que se forma el día final de la fiesta, los diferentes grupos (turcos, mareños, caballeros, negros) negocian el costo de la “labor”, una instalación que representa las tierras de Huamelula. Los turcos quieren comprarla con dinero (que simulan con papel periódico), los negros y los caballeros con monedas (corcholatas), y los mareños con conchas del mar y por parentesco, al “casar” a la lagarta con el presidente municipal; pero es un acuerdo crucial que sella la paz y marca el fin de posibles problemas territoriales (de ahí la venta de la labor).

El último día, el 30 de junio, los turcos se enfrentan directamente a sus verdaderos enemigos, los cristianos. Esta batalla final se representa mediante una danza con una magnífica coreografía, con diálogos intercalados de uno y otro bando, donde los cristianos se proclaman ganadores de la contienda.

En la boda de la lagarta se observa el sincretismo cultural y religioso de los chontales de la costa.

En la boda de la lagarta se observa claramente el sincretismo cultural y religioso de los chontales de la costa. Recuperan rituales comunes con los de los zapotecos y los ikoots, donde se combinan elementos de la religión antigua con elementos de la liturgia católica.

El simbolismo de la lagarta es polivalente, su figura se transforma conforme a la circunstancia y el lugar. Cuando salen a bailar en las casas, puede ser objeto de diversión y esparcimiento; en la iglesia, por intercesión del bautismo, ocurre su personificación y su conversión a la fe cristiana. Por otra parte, también es un nahual de la madre tierra, a la que se rinde tributo.

Aunque la festividad de San Pedro Apóstol tiene más de un siglo de realizarse, no es hasta la última década, con el auge de las redes sociales, que se ha dado a conocer entre un público diverso que ha mostrado interés en el ritual. Esto se debe, quizás, a la falta de conocimiento y difusión de las tradiciones de los chontales de Oaxaca en los medios culturales, incluso en el propio estado.

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