El tema de los diputados y senadores plurinominales resulta polémico (por decir lo menos), y suele abordarse en múltiples conversaciones ocasionales, que pueden convertirse en apasionadas discusiones con posiciones antagónicas.
México es un país en el cual, por su realidad política y pluralidad mediática, las encuestas electorales despegaron tardíamente.
La elección presidencial de 2006 en México fue una de las más disputadas de la historia del país.
El 17 de junio de 1972 unos ladrones entraron a la sede del partido demócrata en Washington, el edificio Watergate.
Antes de las elecciones tenemos las encuestas.
Ningún resultado comicial es “químicamente puro”, ni existe un sistema electoral perfecto; pero todos se conciben en principio para lograr resultados limpios e incuestionables que aseguren estabilidad política.
La integración de las computadoras en todos los aspectos de la vida común ha transformado la forma en que interactuamos y participamos en la sociedad, pero no ha fortalecido aún eso que creemos entender por democracia, y menos si hablamos de ciudadanía digital.
Uno de los primeros experimentos con un sistema de votación a dos vueltas se dio en 1908 y 1911 en Nueva Zelanda, en las elecciones para el Parlamento.
En años recientes, el fenómeno del fentanilo ha sido motivo de análisis para comunicadores, instancias responsables de la salud, seguridad, procuración de justicia y desarrollo social; así como organizaciones de la sociedad civil, personas con vocación de cuidado e investigadores. Las voces de quienes enferman y sus familiares se escuchan menos.
La historia del fentanilo inició hace miles de años, con el uso del opio para aliviar el dolor, la diarrea y la tos. El opio se obtiene de los frutos inmaduros de una planta de amapola, Papaver somniferum. Cuando estos se raspan con algo afilado, secretan un líquido lechoso que, al contacto con el aire, se vuelve denso y adquiere un color pardo característico que se conoce como goma de opio.
En México, los opioides se han abordado tradicionalmente desde una perspectiva de seguridad nacional y, en menor medida, como un tema de salud pública. En el ámbito internacional, nuestro país se considera productor y distribuidor de sustancias, etiqueta que se sostiene por los registros de incautaciones y por el poco consumo reportado en las encuestas realizadas en los hogares.
En los últimos meses muy posiblemente has escuchado alguna noticia relacionada con el fentanilo, enfocada principalmente en temas de seguridad (como “Incauta Sedena 44 kilogramos de fentanilo…”) o en mostrar los efectos de esta sustancia (se habla de ella como la droga “zombie”).
La atención apropiada a los problemas de adicciones en las sociedades modernas requiere una estrategia basada en la construcción de un sistema de salud universal y de calidad, en el que se reconozca que no son un asunto que sólo afecta a un pequeño grupo de la población, y que están relacionadas con condiciones económicas, sociales y psicológicas.
Habitamos un planeta vivo, donde existen miles de plantas, árboles, animales, insectos, hongos, microorganismos y seres humanos. A lo largo de la historia de la humanidad, botánicos y biólogos, entre otros científicos, han descrito alrededor de 374 mil especies diferentes de plantas. Esta clasificación nos sirve para conocer sus semejanzas y sus características y comprender sus efectos al comerlas, olerlas o estar en contacto con la piel.
El amplio desarrollo de las drogas sintéticas, como las metanfetaminas o el fentanilo, implica un gran reto para la salud pública y para todos los niveles de gobierno.
En el siglo XXI la humanidad se encontró en una encrucijada: nunca antes la velocidad del desarrollo de la ciencia, la tecnología y las fuerzas productivas había alcanzado una magnitud como la del siglo anterior; lo que produjo un salto cualitativo que se denominó revolución científico-técnica.
En México, todo enfermo que se encuentre al término de la vida debería tener acceso a los medicamentos que hagan más llevadero ese final. Es un problema de salud pública.
Nació en la Ciudad de México. A los tres años de edad, María Elena Medina Mora perdió la audición, y estuvo en tratamiento durante más de siete años. En ese lapso, no podía participar en todos los juegos que organizaban sus hermanos, situación que la obligó a ser muy reflexiva, observadora y a desarrollar el gusto por la lectura. Todo eso influyó en la que sería su profesión años más tarde.
calendar_month 10 de octubre de 2025