Cuando hablamos de ciencias sociales, ¿de qué hablamos? ¿Y cuando hablamos de género? ¿Qué diferencia hay entre las ciencias sociales y las mujeres, como campo de estudio, y las ciencias sociales vistas desde la teoría de género?
“Soy científica”. Esta frase provoca diversas reacciones cuando la digo, desde la incredulidad (“¿qué es eso?”) hasta la burla (“científicos Newton y Einstein”), principalmente porque la ciencia no es un tema cercano a la mayoría de la gente de nuestro país, independiente de las categorías en las que prefiramos discutir las características de la sociedad mexicana: socioeconómicas, demográficas, etc.
Si bien el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), creado en 1984, siempre contempló la presencia de mujeres, en su forma original, no tenía acciones afirmativas para que las investigadoras participaran en forma equitativa.
La biotecnología, disciplina relativamente reciente, se enfoca en la generación de conocimiento y métodos para el aprovechamiento de los recursos naturales con la ayuda de seres vivos. En la práctica se nutre tanto de la biología y sus disciplinas asociadas (bioquímica, biología celular y molecular), como de la ingeniería en su vertiente de bioprocesos, y tiene una amplia gama de usos.
El aumento de casos relacionados con deficiencias en fertilidad humana representa un problema de salud pública mundial. Aproximadamente, una de cada seis personas experimenta infertilidad (ver Figura 1). Las causas son multifactoriales y afectan tanto a mujeres como a hombres. Para abordar esta problemática, se han desarrollado alternativas conocidas como “técnicas de reproducción asistida” (TRAs).
Después de la domesticación de las plantas, el mejoramiento genético de los cultivos ha sido la tecnología más importante para la productividad agrícola. Sin embargo, factores inesperados como el cambio climático podrían volver a comprometer la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos.
El descubrimiento, en 1953, de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), molécula que compone nuestro material genético, impulsó la tecnología del ADN recombinante o ingeniería genética, que permite modificar la información genética de un organismo para crear uno distinto llamado organismo genéticamente modificado (OGM). Entre ellos destacan los organismos transgénicos, cuyo genoma se altera con genes de otras especies, y los editados genéticamente, en los cuales se eliminan, insertan o modifican segmentos cortos del ADN.
Este campo multidisciplinario afecta a la salud humana, el bienestar de otras formas de vida y el medio ambiente, y ha dado lugar a debates, controversias, miedos y esperanzas: nos referimos a la biotecnología.
En su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962), Thomas Kuhn define el “cambio de paradigma” como una renovación radical en los principios básicos que estructuran la teoría científica aceptada. Hoy en día, las inteligencias artificiales (IAs) son agentes de un cambio de paradigma en la ciencia, pues están transformando la biotecnología moderna de manera significativa al impulsar avances en áreas como el desarrollo de medicamentos, la genética, la bioinformática y la agricultura.
La biotecnología farmacéutica es una rama de las ciencias biomédicas que utiliza sofisticadas tecnologías para producir sustancias biológicas a partir de organismos vivos. Se ha ganado un lugar importante dentro del mundo médico gracias a la capacidad de sus productos para inducir inmunidad contra diferentes agentes infecciosos, como virus y bacterias en forma de vacunas, así como por su flexibilidad para generar productos genéticamente mejorados para el tratamiento de enfermedades complejas como el cáncer o la diabetes.
Las enfermedades transmitidas por vector requieren la participación de un intermediario, como la malaria, el dengue, Zika y Chikungunya que necesitan un mosquito para transmitirse al ser humano. Es dentro de estos insectos que los patógenos1 se multiplican y llegan a sus glándulas salivales, desde donde son transmitidos al huésped vertebrado a través de una picadura.
Una vez soñé que visitaba al médico y, tras analizar la información de mis genes, recibía un diagnóstico personalizado y preciso sobre mi enfermedad, sin tener que probar posibles medicamentos con la esperanza de encontrar el adecuado… Pero espera, no es un sueño, ¡esto es real y se llama “medicina de precisión”! Aunque quizás hayas escuchado también el término “medicina personalizada”, suelen utilizarse ambos para referirse a lo mismo, sin embargo, es más aceptado llamarlo “medicina de precisión”.
Se dice por ahí que el tamaño no importa. Aunque esta frase ha sido usada en muchos contextos, en el mundo de la física y la ciencia de materiales es fundamental y adquiere una relevancia infinita. Empecemos por la fascinación que siempre hemos tenido por lo diminuto, no solo en la literatura y televisión, sino también en la ciencia.
Cuando comes, te trasladas en coche, lavas la ropa, y en múltiples actividades de la vida diaria te acompañan transformaciones químicas que, aunque pasan desapercibidas, son fundamentales para tu bienestar, desarrollo y, en ciertos casos, para la supervivencia. Muchos de estos procesos son promovidos por catalizadores, sustancias que aceleran una reacción química sin ser consumidas en el proceso.
Desde el surgimiento de la teoría cuántica, en los albores del siglo XX, los científicos hemos desarrollado herramientas poderosas para diseñar nuevos materiales y dispositivos, sistemas que no existen en la naturaleza pero que se delinean a partir de su conocimiento, como las lámparas de LED, esas fuentes de luz con color y potencia muy bien definidas (ver Figura 1). ¿Cómo lo logramos?
En México, todo enfermo que se encuentre al término de la vida debería tener acceso a los medicamentos que hagan más llevadero ese final. Es un problema de salud pública.
Nació en la Ciudad de México. A los tres años de edad, María Elena Medina Mora perdió la audición, y estuvo en tratamiento durante más de siete años. En ese lapso, no podía participar en todos los juegos que organizaban sus hermanos, situación que la obligó a ser muy reflexiva, observadora y a desarrollar el gusto por la lectura. Todo eso influyó en la que sería su profesión años más tarde.
calendar_month 10 de octubre de 2025