Seguramente más de una vez te has frustrado por la lentitud de tus aparatos electrónicos: computadora, teléfono celular, tableta, video juego o smart TV. Son varios los factores que pueden ocasionarla, como hardware obsoleto, memoria llena, software desactualizado, configuración y ajustes inapropiados. Enfoquemos nuestra atención en el hardware, especialmente en la unidad central de procesamiento (CPU, por sus siglas en inglés), que es el “cerebro” de estos dispositivos y desempeña un papel crucial en su velocidad.
La mayor parte de los dispositivos electrónicos, equipos de cómputo y de comunicación tienen, entre sus componentes, un número importante de imanes que realizan diversas funciones. La miniaturización de los equipos electrónicos y el desarrollo de enormes capacidades para almacenar datos se debe a sistemas magnéticos con dimensiones diminutas.
Cuando yo, Verónica, nacida en el Ecuador, estaba a punto de graduarme de la secundaria, tenía un gran deseo por estudiar medicina, con el anhelo de curar las enfermedades de la gente. Luché mucho por un lugar para ingresar a esta carrera en una universidad pública, pero éramos tantos estudiantes con la misma aspiración y la competencia era tan dura, que ese sueño parecía escaparse de mis manos.
Uno de los descubrimientos científicos más relevantes para la humanidad, ocurrido en la década de los años 80, es la existencia de nuevas propiedades y fenómenos que suceden en la materia, a escala nanométrica. 1 nanómetro (nm) equivale a la millonésima parte de 1 milímetro; en esta escala, los nanomateriales (de tamaño entre 0.5 y 100 nm) están compuestos de un número finito de átomos, entre 10 y 10 millones.
Tienen propiedades únicas de resistencia a la grasa y al agua, gracias a su cadena de átomos de carbono y flúor, pero son muy tóxicas: son las sustancias perfluoro y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés). Como el enlace carbono-flúor es extremadamente fuerte, las PFAS no se degradan de manera natural y permanecen en el medio ambiente por muchísimos años, de ahí el mote “forever chemicals” o “químicos para siempre”. La persistencia es percibida como una propiedad menos peligrosa que la toxicidad, pero a mediano y largo plazo es un factor crítico para que los problemas de contaminación se salgan de control1 (ver Figura 1).
El territorio central de México está cruzado, desde el Pacífico hasta el Atlántico, por el eje neovolcánico transversal, donde se encuentran las principales cumbres y ríos del país.
¿Has imaginado que la Ciudad de México podría ser un enorme jardín?
No fue hace mucho cuando la amenaza del “día cero” llamó la atención de amplios sectores de la población, al constatar que un creciente número de ciudades, regiones y países ya se han quedado sin agua.
Uno de los principales pasivos que la actual legislatura federal hereda a la siguiente es la promulgación de la nueva Ley General de Aguas, en sustitución de la Ley de Aguas Nacionales de 1992.
Los antepasados nos heredaron la historia del agua en nuestra comunidad.
Actualmente nos encontramos inmersos en una gran crisis de disponibilidad de agua.
¿Cuántos litros de agua se gastan en la producción de los alimentos y la ropa que utilizas? ¿Es correcto consumir tanta agua, cuando este recurso es cada vez más escaso por el cambio climático, la contaminación y el aumento de la población?
Cuando observamos las grandes obras hidráulicas que sirven para satisfacer las necesidades de un país, una región o una gran ciudad, no siempre reparamos en que detrás de ellas se encuentran las decisiones de algún gobernante o equipo de técnicos que adoptaron la determinación de llevar a cabo su construcción.
De acuerdo con el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, el suministro promedio anual del agua a la ciudad en la última década se sitúa en alrededor de los 31.4 metros cúbicos por segundo (m3/s), con un mínimo de 29.3 m3/s y un máximo de 33.6 m3/s (Sacmex, 2018).
Prácticamente desde la época colonial, la Ciudad de México manejó el agua sin ninguna consideración social, económica o ambiental.
Actualmente es una preocupación el vital líquido llamado agua, compuesto por dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno, que permite la presencia de vida en el planeta Tierra y constituye una gema como obsidiana, muy preciada para la naturaleza y la Ciudad de México.
En México, todo enfermo que se encuentre al término de la vida debería tener acceso a los medicamentos que hagan más llevadero ese final. Es un problema de salud pública.
Nació en la Ciudad de México. A los tres años de edad, María Elena Medina Mora perdió la audición, y estuvo en tratamiento durante más de siete años. En ese lapso, no podía participar en todos los juegos que organizaban sus hermanos, situación que la obligó a ser muy reflexiva, observadora y a desarrollar el gusto por la lectura. Todo eso influyó en la que sería su profesión años más tarde.
calendar_month 10 de octubre de 2025